Estamos ante un reto que nos compromete a toda la Iglesia. Ante esta hora “se puede pecar y se ha pecado por egoísmo, por afán de ganancia exagerada y de poder”, pero no se debe olvidar que “se puede faltar también -ante las urgentes necesidades de muchedumbres hundidas en el subdesarrollo- por temor, indecisión, y en el fondo, por cobardía. Todos estamos llamados a afrontar este tremendo desafío” (SRS 47). La mejor forma de afrontarlo es con “los brazos levantados hacia Dios” (CV 79) y con la disponibilidad de buscar el bien común abrazando gozosa y solidariamente a todos los hermanos y hermanas que han de ganarse el pan con el sudor de su frente.
lunes, 14 de octubre de 2013
Nueva publicación de Ediciones HOAC
Estamos ante un reto que nos compromete a toda la Iglesia. Ante esta hora “se puede pecar y se ha pecado por egoísmo, por afán de ganancia exagerada y de poder”, pero no se debe olvidar que “se puede faltar también -ante las urgentes necesidades de muchedumbres hundidas en el subdesarrollo- por temor, indecisión, y en el fondo, por cobardía. Todos estamos llamados a afrontar este tremendo desafío” (SRS 47). La mejor forma de afrontarlo es con “los brazos levantados hacia Dios” (CV 79) y con la disponibilidad de buscar el bien común abrazando gozosa y solidariamente a todos los hermanos y hermanas que han de ganarse el pan con el sudor de su frente.
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