Por Redacción
Francisco a los obispos italianos: ¿cuánto estamos
dispuestos a sufrir por la Iglesia?
El
Santo Padre abre la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana.
Destaca
tres lugares donde los obispos tiene que estar: familia, trabajo e inmigración
CIUDAD
DEL VATICANO, 19 de mayo de 2014 (Zenit.org)
- El papa Francisco ha indicado que siempre le ha tocado mucho el pasaje de la
conversación entre Jesús y Pedro que termina con el "Sígueme". Una palabra. Por ello, el Papa ha señalado
que "seguir a Jesús es más importante que
nosotros". Lo ha hecho esta tarde en el Vaticano, en la apertura de
la 66º Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana.
Provocando
las risas y los aplausos de los prelados, el Santo Padre ha indicado que un
periódico decía que en la presidencia de la CEI había unos hombres del Papa y
otros no. Y para aclarar esas dudas dijo: "En la Presidencia son todos
hombres del Papa, por hablar en este lenguaje político. Nuestro lenguaje es de
comunión", ha afirmado Francisco.
El
Papa ha querido ofrecer tres aspectos que les ayudan a definir su perfil de
pastores.
En
primer lugar, pastores de una la Iglesia que es comunidad del Resucitado.
Por eso les ha invitado a preguntase: ¿Quién es
para mí Jesucristo? ¿Cómo ha marcado la verdad de mi historia? ¿Qué dice de Él mi vida? Así, ha afirmado que
"la fe es memoria viva de un encuentro, alimentado al fuego de la Palabra
que plasma el ministerio y unge todo nuestro Pueblo. La fe es sigilo puesto en el corazón, sin esta
custodia, sin la oración activa, el Pastor es expuesto al peligro de
avergonzarse del Evangelio terminando por disolver el escándalo de la Cruz en
la sabiduría mundana".
El
Santo Padre ha entonces enumerado una serie de tentaciones que se pueden sufrir
como pastor porque "si nos alejamos de Jesucristo, si el encuentro
con Él pierde su frescura terminamos por tocar con la mano solamente la
esterilidad de nuestras palabras y nuestras iniciativas. Porque los planes
pastorales sirve, pero nuestra confianza se coloca más allá: en el Espíritu del
Señor que, en la medida de nuestra docilidad, nos abre continuamente los
horizontes de la misión". De este modo, Francisco les ha invitado a no cansarse de buscar al Señor y dejarse buscar por
Él. Y les recuerda que es Él lo más precioso que estamos llamados a
ofrecer a la gente.
¡Todo
es gracia!, ha indicado. Incluso las fatigas humanas si son vividas con el
corazón abierto al Señor, con la paciencia del artesano, con el corazón del
pecador arrepentido.
El
segundo aspecto expuesto por Francisco: pastores de una Iglesia que es cuerpo
del Señor. Y les ha preguntado: ¿Qué imagen
tengo de la Iglesia, de mi comunidad eclesial? ¿Me siento hijo además de
pastor? ¿Sé dar gracias a Dios o tengo en
cuenta sobre todo las tardanzas, los defectos y las faltas? ¿Cuánto estoy
dispuesto a sufrir por ella? El obispo de Roma ha indicado a la CEI que
la misión de pastor requiere un corazón despojado de cualquier interés mundano,
lejano de la vanidad y de la discordia; un corazón que acoge, capaz de sentir
con los otros y también de considerarlo más dignos de sí mismo.
En
esta perspectiva, el Pontífice ha querido recordar las palabras
de Pablo VI dirigiéndose hace 50 años a los miembros de la CEI. En
esa ocasión, el futuro beato habló del servicio a la unidad como cuestión vital
para la Iglesia. Por ello, ha indicado Francisco, "la fatal o por tanto la
pobreza de comunión constituye el escándalo más grande, la herejía que
desfigura el rostro del Señor y mata a su Iglesia. Nada justifica la división:
mejor ceder, mejor renunciar --dispuestos a veces también a llevar sobre sí la
prueba de una injusticia-- en vez de dejar la túnica y escandalizar al pueblo
santo de Dios".
Por
eso, ha advertido sobre el chismorreo, las medias verdades, la letanía de las
lamentaciones, "el roer los celos, la ceguera inducida por la envidia, la
ambición que genera corrientes, facciones y sectarismos: qué vacío está el cielo de quien está obsesionado con
sí mismo".
Por
otro lado, ha subrayado la necesidad de participación y colegialidad, de
diálogo, en la búsqueda y en la fatiga de
pensar juntos. Y ha añadido lo que es importante en una asamblea: "que cada uno diga lo que siente, hacerlo ante los
hermanos, y esto edifica la Iglesia, ayuda, sin tener vergüenza, decirlo
así". A continuación, el Papa ha invitado a la CEI a ser
"espacio vital de comunión al servicio de la unidad, en la valorización de
las diócesis, también de las más pequeñas. A partir de las conferencias
regionales".
Asimismo,
Francisco ha pedido a los obispos que estén cerca de sus sacerdotes:
"hacer que en vuestro corazón puedan sentirse siempre en casa".
Además invitó a pedir "a los consagrados, a los religiosos y religiosas
ser testimonios felices: no se puede narrar a Jesús con lloriqueo; más aún, cuando
se pierde la alegría, se terminar por leer la realidad, la historia y la misma
propia vida bajo una luz distorsionada".
Por
ello, les ha pedido que escuchen al rebaño y que confíen en su sentido de fe y
de Iglesia, que se manifiesta también en tantas formas de piedad popular.
También les ha pedido que acompañen el
crecimiento de una corresponsabilidad laical, y que para ello es
necesario reconocer "espacios de
pensamiento, de proyección y de acción a las mujeres y a los niños: con sus intuiciones y su ayuda será posible no
quedarse aún en una pastoral de conservación --de hecho genérica,
dispersiva, fragmentada y poco influyente-- para asumir una pastoral que use
como punto de partida lo esencial".
En
el tercer punto de su discurso, el Santo Padre recuerda las palabras de Jesús 'He tenido hambre..., he tenido sed..., he
sido extranjero....' Y ha invitado a preguntarse si
"temo el juicio de Dios", el Papa habla de tentaciones que obstaculizan el crecimiento del Reino y el proyecto de
Dios en la familia humana, que se expresan en "la distinción que a veces aceptamos hacer entre los nuestros y
los otros. En las clausuras de quien está convencido de tener bastante
con los propios problemas, sin tener que cuidar de la injusticia que es causa
de los otros; en la espera estéril de quien no
sale del propio recinto y no atraviesa la plaza, sino que permanece
sentado a los pies de torre, dejando que el mundo vaya por su camino".
El
papa Francisco ha pedido la elocuencia de los
gestos, ser sencillos en el estilo de vida, desprendidos, pobres y
misericordios, para caminar enviados y no interponer nada entre vosotros y los
demás. Así como ser libres interiormente para poder ser cercanos a la gente.
Por
otro lado, ha señalado tres lugares en los que la
presencia de los obispos es necesaria y significativa: la familia, la sala de
espera de los parados, trabajadores precarios... y los inmigrantes. Al respecto
ha pedido que "las situaciones difíciles vividas por tantos de nuestros
contemporáneos os encuentren atentos y partícipes,
preparados a renegociar un modelo de desarrollo que se aprovecha de lo creado,
sacrifica las personas sobre el altar del provecho y crea nuevas formas de
marginación y de exclusión".
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